Razones para no ir a ver a Oval

La semana pasada el siempre copado Goethe Institut Córdoba trajo a tocar en vivo a Córdoba al músico alemán Markus Popp, más conocido por su alias Oval, bajo el cual está haciendo música desde aproximadamente 1995 (digo 1995 porque el primer disco de Oval, "Wohnton", de 1993, está firmado por él, Frank Metzger y un tal Sebastian Oschatz, ya que al principio Oval era algo así como una banda, con batería y cantante incluídos).

A pesar de haber sido alguna vez un fan acérrimo de su música, no fui a verlo tocar.




Para el que no esté familiarizado con el sonido de Oval durante los 90 y principios del 2000, es recomendable simplemente ir y escucharlo. Los temas estaban en general creados a partir de sonidos extraídos de CDs mutilados o intervenidos de algún modo, sacando loops y partes melódicas de ellos (y de todo un abanico de sonidos digitales procesados) y armando con eso canciones sorpresivamente pegadizas. No voy a extenderme sobre el asunto (básicamente porque no tengo ganas ni me parece muy relevante) de cómo Oval llegó a destilar su sonido basándose exclusivamente en la manipulación digital, ni tampoco en las implicancias actuales de un sonido basado en un formato entonces nuevo (el disco compacto) pero ahora en retirada, lo cual hace de los "clicks" del CD con errores un sonido casi tan romántico como la fritura del vinilo o el soplido de la cinta magnética. De todas maneras insistir en esta cuestión es un poco injusto con Oval: era (y aun es) un cliché referirse a esta música como "basada en el error", y aunque hay un elemento de azar siempre rondando y el ruido del CD dañado suena irremediablemente a "error", Oval siempre tuvo en primer plano a la melodía y la armonía. En aquellas épocas yo solía decir que Oval era simplemente "pop", lo cual era un tanto exagerado pero dejaba claro el punto en cuestión.
Pese a todo esto, repito que la semana pasada no fui a ver a Markus Popp. Además de algunas razones personales que no le interesan a nadie, hay tres un tanto más objetivas que me gustaría desarrollar, sólo Dios sabe por qué.






. Música nueva vs. música vieja

Como dije antes, fui un fan acérrimo de Oval, allá por los turbulentos años del 2000/2002 aproximadamente. Aunque mi amor por la música de Oval era grande (especialmente por los discos "94 Diskont" y "Ovalprocess", que mi amiga y melómana de avanzada Tatiana Cagnolo se había comprado originales), mucho más grande aun era mi amor y devoción por lo que Oval había, digamos, permitido: más allá de esa historia del Gitch, o Clicks'n'Cuts, o como se le llame a ese género que no tardará en ser reivindicado por alguna generación un día de estos, era la sola existencia de los discos de Oval, de cómo estaban grabados, la que se sentía absolutamente revolucionaria, la que abría puertas que para un joven impresionable como yo podían llevar a la creación de música totalmente impensable. A principios del 2002 armé mi propio sellito independiente, que a pesar de haber nacido al calor de la vieja tradición de sellos caseros editados en caset (pero adaptado a la era del CD-R), la verdad es que la música en sí misma era 100% post-Oval, música que no podría haber existido antes, que sólo se pudo dar en este contexto: una persona en su casa, manipulando sonidos digitales a mansalva en una PC y creando "canciones" con ellos (el tercer tema del tercer disco de Oval se llama nada menos que "The politics of digital audio"). Con mi proyecto Ponstil, yo quería adaptar el viejo pop lo-fi de dormitorio, grabado en consola de 4 canales y editado en caset, a la era post-Oval de la grabación digital y editada en CD-R; lo que en el primero se podía llamar lo-fi (el sonido del soplido de las cintas y todo eso) ahora era el sonido de la manipuación digital extrema en una computadora barata. Yo llamaba a esto "pop lo-fi ultra digital" o algo así, y en la primera página web del sello escribí algo como "después de Oval ya no es posible hacerse el boludo respecto de las posibilidades de la computadora". O sea, no había vuelta atrás.



Pero que hubo vuelta atrás. Eventualmente fue la pesadez intrínseca de la escena, con todas su problemáticas filosóficas, estéticas, secantemente profundas, y una música cada vez más aburrida y autorreferencial, las que alejaron a muchos, o al menos a mí, de la escena Glitch e IDM ("Intelligent Dance Music": el peor nombre dado a un género en la historia del pop) hacia música más emocional, más inmediata, ya sea hacia el lado de las melodías y el baile o hacia la violencia y la oscuridad (o en el mejor de los casos, todas esas cosas a la vez). El disco que Popp editó en el 2001 (que yo conseguí recién un par de años más tarde), "Ovalcommers", era tremendamente aburrido, seco, estéril. Hacia el 2003/2004 ya no sabía ni me interesaba saber qué estaba haciendo Markus Popp, ni Plastikman, ni Pan Sonic, ni Basic Channel, ni Autechre. La puerta que abrió Oval quedó abierta en lo respectivo al formato, al modo de trabajo y a "la política del audio digital". Pero la música en sí misma simplemente se agotó.





. ¿En vivo?

Después del recital de Popp del viernes pasado en Casa Babylon, el escritor y guionista Horacio Bevaqua publicó en facebook "Otro europeo con notebook, poniendo cara de orto". Era lo esperable. Ya en aquella época de "música inteligente" era bastante embolante ir a ver a un tipo mirando  fijamente una computadora, daba la sensación de que podría perfectamente haber estado jugando un sudoku mientras disparaba una pista pregrabada. Pero además de esto, que demuestra poco más que la falta de paciencia de quien escribe, hay alguna pequeña traición en el hecho de ir a ver "tocar en vivo" justamente al tipo que redefinió la idea misma de producción musical, devolviéndola al dormitorio. Ni siquiera en la cúspide de mi fanatismo me importó saber si Oval tocaba en vivo o no, esa música era digital y así debía seguir siendo: se compraba el compact, se copiaba de compact a CD-R, se ripeaba a mp3, se bajaba en mp3 desde el Napster (o el Audiogalaxy, o el Emule, o el Kazaa, o el iMesh) y no importaba mucho si venía con errores. Ese era el contexto apropiado para disfrutar de esa música, así como una buena banda de Hardcore se disfruta mucho más en vivo en un sótano sucio que en mp3 sonando adentro de un caro iPad. Hubiera ido al Cepia o a Casa Babylon solamente a verle la cara al tipo a quien le debo el ingreso al mundo de la música post-adolescente y decirle "gracias". Pero ¿escucharlo en vivo? No, gracias.





. "Lírico, Jazz o Folclore"

Lo más extraño de todo este intempestuoso regreso de Markus Popp a mi vida (logró hacerme desempolvar mis CD-Rs y bajar los cuatro primeros discos en mp3) fue la convocatoria que lanzó el Goethe Institut Córdoba hace unos meses, a través de la cual anunciaba la futura llegada del alemán este.

Copio y pego:

"El Goethe-Institut convoca a vocalistas de Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay y Venezuela, que pertenezcan a los géneros lírico, jazz o folclore y estén interesados en participar de la grabación de un disco junto al músico electrónico Markus Popp (Oval). Para estas sesiones (a realizarse durante diez días a fines de agosto del 2012 en Salvador de Bahía, Brasil), se busca el encuentro entre las nuevas composiciones de Oval con voces expresivas y características de América del Sur"


Todo sonaba muy interesante y hasta tentador, pero ... ¿lírico, jazz o folclore? Inmediatamente me pregunté cuántos de los cantantes dedicados a algunos de estas tres tradiciones musicales siquiera conocerá la existencia de algo llamado Oval o de un tipo llamado Markus Popp (o de un género llamado Glitch, etc). Me imaginé que no muchos, al menos en Córdoba. Después me pregunté si la gente del Goethe Institut sabía que no iban a encontrar muchos (desconozco cuántos y quiénes aplicaron, y si conocían de antemano su música o tuvieron que salir corriendo a la Wikipedia). Mi tercera reacción fue el embole, porque claramente si no hubiera existido esta cláusula (supongo que propuesta por el mismo Popp) yo hubiera aplicado sin dudarlo. Me pareció excluyente, porque yo y seguramente la mayoría de los que escuchan o escucharon este tipo de música no tenemos un pedo que ver ni con el Jazz, ni con el Folklore, ni con el Bel Canto. Me pareció desacertado y hasta un poco grosero: básicamente no querían ahí a punkitos de mierda, querían cantantes bien afinados y bien formados. Esto me dejó con un amargo sabor de boca que no pude evitar recordar al ver el afiche anunciando la presentación de don Popp en Córdoba.


Que ojalá que haya salido muy linda : )


 

Comentarios

  1. yo esas cosas que nombras las escuché de pedo como 5 años después. Estoy out.

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